No significa con esto que debemos cambiar el logotipo obligatoriamente pero sí hay que revisar si se visualiza correctamente desde los distintos dispositivos. Es muy importante saber las dimensiones en las que se va a visualizar y adaptarlo a las mismas. Si no queremos hacer un rediseño total adaptado, sí que podría ser bueno, tener una versión del mismo que se visualice a la perfección.
3. El diseño actual no se identifica con la marca actual.
Las personas no somos las mismas hoy que hace un año, o el año que viene, y en las marcas puede pasar también esto. Quizá una marca nace con una esencia, y aunque se mantengan los rasgos principales (al igual que ocurre en las personas), puede haber factores que cambien. Si estos factores venían representados en el logotipo no olvides revisarlo.
De esta manera no hay que tener miedo a efectuar un rediseño más amplio del logotipo si creemos que la marca ha cambiado. El salto cuantitativo nos puede parecer arriesgado, pero piensa que quizá mas arriesgado sea tener una marca que no se corresponde con nosotros.
4. Cambio de nombre
Ya sabéis que el nombre no es lo principal a la hora de decidir un diseño, por lo que no es tan raro que con el paso del tiempo, este se cambie. Parece obvio pero no lo es tanto. Hay veces que por lo que sea se cambia el nombre de la marca, pero como queremos que se siga reconociendo con lo anterior, dejamos el logotipo y lo adaptamos al nuevo nombre. A veces puede funcionar, pero siempre hay que revisarlo para decidir con toda seguridad si puede mantenerse o no.
Normalmente lo que puede ayudarnos a tomar esa decisión es el motivo por el que cambia el nombre. Si vamos a cambiar la dedicación de la marca no tiene sentido que el nombre se mantenga, por ejemplo. Si por el contrario las funciones se van a mantener, quizá no haya que rediseñarlo. Aunque de todos modos, los colores y formas que se decidieron objetivamente para una cosa, quizá no sirvan para la nueva.