Hoy comienzas las Olimpiadas de Rio 2016 y queremos agradecerle al diario El País la invitación a colaborar con ellos en este interesante reportaje.
¡Aquí os lo dejamos!: Las 12 mascotas de los Juegos Olímpicos, de la peor a la mejor.
Hacer una mascota olímpica no es una tarea sencilla. Hacer una mascota olímpica que guste a la gente es todavía más complicado. Y hacer una mascota olímpica que se recuerde y que siga cautivando a lo largo del tiempo es algo que muy pocos pueden decir. Por eso hemos elaborado una clasificación, totalmente subjetiva. Daremos simbólicas medallas a las tres mascotas más votadas por nuestros expertos, que las puntuarán de 12 a 1. El resto quedará fuera del podio pero, haciendo honor al espíritu olímpico que debe imbuirnos en estas fechas, obtendrá su diploma.
Y para todo ello presentamos a nuestros expertos: Fernando Rey, de la Escuela Superior de Diseño de Madrid, Diego Searle, coordinador general de CEI, Marcos García-Ergüín y Juan Carlos Gauli, ambos profesores del Grado Universitario en Diseño Multimedia y Gráfico de ESNE.
Pero antes, un poco de contexto. Desde 1972, cuando en los Juegos Olímpicos de Múnich se acordó crear una mascota oficial para animar a los deportistas, han sido 12 los símbolos utilizados en estos eventos deportivos. Inicialmente, representaban, más o menos fielmente, a animales tradicionales de los países que ejercían de sede. “El país o ciudad en la que se va a desarrollar el evento es algo a tener en cuenta para poder captar elementos característicos y aplicarlos a la morfología o a la personalidad de la mascota”, asegura Monty Fernández, asesor creativo de la Federación Española de Baloncesto y creador de Bravo, la mascota del Europeo de Baloncesto de 2007.
Hasta Cobi, en Barcelona ‘92, las mascotas olímpicas habían tenido una estética muy depurada, sin mucho margen para la innovación.
Entonces llegó Javier Mariscal y creó un pastor catalán de líneas cubistas que rompió la tendencia dando paso a símbolos mucho más abstractos -le retamos a que averigüe qué es exactamente Izzy, emblema de Atlanta ‘96-. Lo cierto es que Cobi, a día de hoy, sigue siendo una de las más recordadas y rentables de unos Juegos Olímpicos. Algo que era fundamental para el diseñador valenciano. “Es muy importante que la mascota sea muy identificable en todos los tamaños y muy fácil de recordar. Que tenga esta fuerza que si pasas junto a un cartel, la reconozcas enseguida”, asegura.
Para Albert Mir, diseñador de Xop, la gota que representó los Mundiales de Natación de Barcelona de 2013, es importante que haya “algún elemento claramente identificativo, pero sutil, sin caer en tópicos. Que el espectador tenga que pensar al menos un momento ¿por qué esto?”.
Una vez introducidos en algunas de las características fundamentales que debe tener un buen diseño, vayamos al meollo. Hemos pedido a nuestros invitados que se pongan las gafas de expertos y voten en orden descendente, de 12 a 1 puntos, las mascotas olímpicas. Luego hemos sumado y ordenado y el resultado es el siguiente. (Pequeño spoiler: Aquí sí ganamos).
12. Amik, Yvon Laroche, Pierre-Yves Pelletier, Guy St-Arnaud y George Huel (Montreal ‘76)
Representaba un castor, animal típico canadiense, y su nombre significaba precisamente “castor” en un idioma autóctono. Ante tal derroche de personalidad e innovación, esta mascota se ha ganado los adjetivos de “oscuro”, “simple” y “poco original”. Amik no permanecerá en el recuerdo colectivo pero al menos le quedará el consuelo de que en sus Juegos se produjese uno de los momentos más emblemáticos del deporte mundial; el 10 de Nadia Comaneci. Algo es algo.
11. Izzy, de John Ryan (Atlanta ‘96)
Nadie supo muy bien qué era Izzy. De hecho su nombre inicial era ‘Whatizit’ una variante de ‘What is it’ - ¿qué es eso?, en español-. Según la historia explicada por sus creadores, se trataba de un niño que vivía en una ciudad dentro de la llama olímpica y cuyo sueño era participar en unos Juegos así que usa los poderes que le ofrecen los aros olímpicos que porta en ojos y cola para transformarse en lo que quiere y tener mayores habilidades deportivas. Con esta carta de presentación, es normal que no triunfara, ni entre el público ni entre nuestros expertos. Aunque Searle le reconoce que “fue la primera en romper con lo establecido y no representar un animal real”.
10. Sam, de C. Robert Moore (Los Ángeles ‘84)
Moore, un artista de Disney, se aprendió bien eso de que la mascota debe representar al país que alberga los Juegos y unificó todos los tópicos en un dibujo; un águila calva americana, con cierto parecido al Tío Gilito -no olvidemos que los Juegos de Los Ángeles fueron los siguientes a los de Moscú, en plena Guerra Fría- y cuyo nombre, Sam, es todo un emblema estadounidense. Así que nuestros expertos coinciden. “Es más una exaltación patriotica que del espíritu de los Juegos”, resumen García-Ergüín y Gauli.
9. Misha, de Viktor Chizhikov (Moscú ‘80)
Vale, Misha ha sido, junto con Naranjito, un icono hipster presente en camisetas, bolsos, carteras o tazas. Es cierto. En la batalla del merchandising seguramente deba estar en el podio pero todos nuestros expertos están de acuerdo en que la elección del oso no es afortunada. Para Rey, “lo adscribe a un público infantil”, García-Ergüín y Gauli añaden que “no consigue transmitir el carácter ruso” y Searle apunta que tampoco “representa los valores de los Juegos”. Un gran error, vaya.
8. Olly, Sid y Millie, de Matthew Hatton (Sidney, ‘00)
Vaya por delante el mérito que tiene hacer unas mascotas representando tres animales que el común de los mortales no australianos no han visto en su vida y es que Olly, Sid y Millie son un kookaburra, un ornitorrinco y una equidna. Con todo eso, Rey subraya el “carácter divertido” de las mascotas y García-Ergüín y Gauli apuntan a su originalidad, “aunque más bien por la elección de los animales que por su diseño”. Nosotros reconocemos que al menos han conseguido que sepamos diferenciar una equidna de un erizo; la equidna pone huevos.
7. La Fuwa, de Han Meilin (Pekin ‘08)
Eran cinco mascotas; Beibei, Jingjing, Huanhuan, Yingying y Nini. Un pez, un oso panda, una llama olímpica, un antílope y una golondrina, con los colores olímpicos que además eran los tonos de los cinco elementos tradicionales chinos -metal, madera, agua, tierra y fuego-. Como último detalle, al juntar los hombres de las mascotas podía leerse en chino “Beijing te da la bienvenida”. García-Ergüín y Gauli señalan su estilo gráfico“muy característico y asiático” y Searle les saca una pega: “Hay simbolismo y valores olímpicos acertados en estas mascotas pero muy repartidos entre todas, lo que impide que perduren en nuestra memoria ocho años más tarde”.
5. Hodori, de Kim Hyun (Seúl ‘88) / Atenas y Febo, de Spyros Gogos (Atenas ‘04)
En toda buena clasificación, un empate da vidilla. En este caso se trata entre el tigre protagonista de los Juegos de Seúl, con cierta similitad al gato Isidoro, y Atenea y Febo, los hermanos que imitaban a las antiguas figuras griegas. Para Searle, “Hodori representa de una forma mucho más amigable los valores de amistad, alegría y respeto” mientras que García-Ergüín y Gauli destacan que por su “forma piramidal y su ruptura con la figuración tradicional las convierte (a Atenas y Febo) en una idea transmisora del espíritu de común unión y hermandad”.
4. Wenlock, de la agencia Iris Design (Londres ‘12)
Según el relato de sus creadores, Wenlock nació de la última gota de acero que sobró de la construcción de la última viga del Estadio Olímpico de Londres. Su nombre hace mención a la ciudad de Much Wenlock, en la que se celebraron los Wenlock Games, una de las inspiraciones de los actuales Juegos Olímpicos. Tanto Rey como Searle recalcan lo acertado de “superar la tradicional referencia animalística”.
3. Medalla de bronce: Waldi, de Otl Aicher (Múnich ‘72)
El último puesto del podio es para la que fue la primera mascota de unos Juegos Olímpicos de verano, el perro Waldi, creado por Otl Aicher -diseñador, entre otras cosas, de la señalética del metro de Bilbao-. Waldi era un perro salchicha, típico de la región de Baviera, cuya postura nos recuerda a Dug, el canino de la película ‘Up’. Todos los expertos destacan la buena elección de la figura aunque Searle le pone un pero: sus colores. “Son cinco los continentes a representar pero sólo podemos apreciar tres de ellos, dejando fuera África y América”, explica.
2. Medalla de plata: Vinicius, de la Agencia Tátil (Río de Janeiro ‘16)
Esta mascota -mitad mono, mitad felino y de color amarillo, naranja y azul- está inspirada en la fauna autóctona brasileña y su nombre es un tributo a Vinícius de Moraes, figura icónica de la música brasileña y compositor, entre otras, de ‘La chica de Ipanema’. Para Searle, “transmite alegría y espíritu deportivo, es divertida y, a nivel gráfico, está bien diseñada y es actual”. Además, García-Ergüín y Gauli destacan su mensaje ecológico.
1. Medalla de Oro: Cobi, de Javier Mariscal (Barcelona ‘92)
Es posible que el argumento eurovisivo de la geopolítica también influya en esta encuesta y por eso el oro sea para la única mascota patria. Sin embargo, García-Ergüín y Gauli aseguran que en su valoración no influye que sea español sino que es más bien por su elección del animal y por “transmitir alegría y pureza”. Por su parte, Rey añade la modernidad a la ecuación y como resultado, Cobi sube a lo más alto del podio.
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