
¿Tu empresa ya invierte en formación, pero sientes que podría generar un impacto aún mayor?
Es una pregunta habitual en compañías con una estrategia formativa consolidada. Tienen plataformas implantadas, itinerarios definidos, métricas para hacer seguimiento... y, sin embargo, algo parece no evolucionar al ritmo que exige el mercado. El conocimiento no fluye con agilidad, las habilidades no se transfieren al puesto con la eficacia esperada y la innovación se estanca. ¿Por qué?
Una de las respuestas está en la manera en que las personas aprenden dentro de la organización. Más allá de cursos, sesiones o programas, el aprendizaje más transformador ocurre cuando los empleados aprenden unos de otros, de forma orgánica, contextual y constante. A esto lo llamamos aprendizaje social.
Los modelos formativos tradicionales siguen siendo valiosos, pero tienen limitaciones cuando se trata de adaptarse al ritmo real del trabajo, fomentar la innovación o retener el conocimiento en contextos cambiantes. En este sentido, el aprendizaje social se presenta como la evolución natural para las empresas que ya han recorrido un camino en formación y quieren optimizar lo aprendido.
Este enfoque aborda de forma directa varios de los desafíos más comunes en organizaciones maduras:
A diferencia de organizaciones que están comenzando, las empresas con experiencia en formación no necesitan construir desde cero. Lo que requieren es potenciar lo que ya funciona, integrando el aprendizaje social de forma coherente, escalable y alineada con sus objetivos.
Comunidades de práctica (CoPs) especializadas
Crear grupos de empleados que comparten un área de expertise (seguridad, UX, liderazgo, automatización, atención al cliente...) permite que el conocimiento fluya de forma espontánea y útil.
Plataformas colaborativas y espacios de conocimiento
Más allá de un LMS clásico, se necesitan entornos donde el intercambio ocurra de forma natural:
Mentoring y coaching entre pares
Establecer conexiones entre empleados con distintos niveles de experiencia, no solo para aprender, sino para acompañar el desarrollo profesional.
Desafíos y proyectos colaborativos
Diseñar iniciativas que impliquen resolver retos mediante el conocimiento colectivo:
Este tipo de acciones no solo forman, sino que generan soluciones reales mientras fortalecen el aprendizaje.
Gamificación y reconocimiento
Una estrategia efectiva para activar el conocimiento es reconocer públicamente la contribución de quienes lo comparten. Por ejemplo:
Curación del contenido generado internamente
Mucho del conocimiento más valioso no está en cursos, sino en documentos, vídeos o explicaciones informales creadas por los propios empleados.
Integrar el aprendizaje en la operativa diaria
El aprendizaje social no debe vivirse como “algo más”, sino como parte del día a día:
Medición del impacto del aprendizaje social
Para demostrar que el aprendizaje social genera valor, es clave definir indicadores distintos a los tradicionales:
Estos indicadores deben ser conectados con objetivos de negocio, no solo con consumo de contenidos.
Incorporar el aprendizaje social implica gestionar cambios culturales, organizativos y operativos. Algunas barreras comunes que hemos detectado y ayudado a superar en CEI:
Lo importante no es evitar los desafíos, sino tener una estrategia para abordarlos con realismo y consistencia.
Para una empresa que ya forma parte del club de las que invierten en desarrollo de talento, el aprendizaje social no es solo una oportunidad: es una evolución natural y necesaria.
Permite acelerar los resultados, optimizar las inversiones previas, detectar talento interno, fidelizar al equipo y generar innovación desde dentro. Y, sobre todo, convierte el conocimiento en algo vivo, distribuido y accesible.
En CEI sabemos que cada empresa tiene su propio ritmo, cultura y estructura. Por eso nuestras soluciones formativas son siempre a medida. Te ayudamos a diseñar e implementar estrategias de aprendizaje social adaptadas a tu realidad, integradas con tus plataformas y alineadas con tus objetivos.
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